Virgen de Schoenstatt MUSICAS PARA EL ALMA


Radio Tupâsy Rapére haciéndote compañía. Transmitiendo desde Ciudad del Este-Paraguay...

English seorimícuaro French cartas de amistad German documental Spain cartas de presentación Italian xo Dutch películas un link Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

Reflexiones
Padre Nicolás Schwizer N° 79 – 15 de marzo de 2010

Isabel nos presenta a María: Feliz tú...

María es presentada por su prima Isabel con su saludo de alabanza: “Feliz tú que creíste”. Nos invita a reconocerla como la Madre y Educadora de la fe y modelo de nuestra propia fe.

Si miramos con atención el mundo de hoy notamos que está pasando por una fuerte crisis de fe. Existe el proceso lento de descristianización de una paralización y aun de una extinción de la fe en el hombre moderno, y hasta en los movimientos religiosos.

Tal vez también a nosotros nos ocurra un día que debamos constatar: En el fondo ya no creo más lo que he creído antes; se perdió mi entusiasmo, el fervor religioso de mi juventud. Y tal vez no nos sentimos demasiado tristes, sino lo constatamos simplemente.
Nuestra vida de fe tiene sus altos, y bajos. Tenemos épocas en que todo nos anda mal, en que nos cuesta rezar, confesarnos, buscar a Dios. Pero, ¿qué pasará si estos se reiteran y llegan a ser permanentes?
En esa crisis de fe, la Iglesia hoy nos muestra la actitud de la Sma Virgen, nos muestra su fe ejemplar. ¿Y cómo nos presenta el Evangelio la fe de María?

a) Fe personal: Para Ella, creer no es saber de memoria el “Credo”, aceptarlo, defenderlo y confesarlo todos los Domingos en la Eucaristía. Para María, creer es mas bien comprometerse con toda su persona y con toda su existencia con el Dios personal. No es tanto aceptar verdades y artículos de fe, sino mas bien, unirse de persona a persona con Dios. María está siempre abierta para Dios y para su deseo, porque le tiene una confianza inmensa, porque se fía de Él.

b) Fe activa (libre y obediente): El relato de la Anunciación pone de relieve el diálogo entre María y el Ángel. Así se destaca que María no da su respuesta en una forma pasiva, sino con una fe libre y obediente. Es un consentimiento activo y responsable.

María nos enseña que la fe verdadera está lejos de ser totalmente pasiva. María obedece entregándose enteramente al plan de Dios. Pero esta entrega incondicional no le impide interrogar para asumir su obediencia con libertad, convirtiéndose en colaboradora de ese mismo plan. La fe de María es activa, porque soporta y acepta que se destruyan siempre de nuevo sus propios proyectos. No cuestiona a Dios, sino a sí misma.

c) Fe fuerte y fiel: La fe de María no es una fe acabada desde el inicio. También Ella con su fe está en camino.

Muchas veces no entiende el porqué de los acontecimientos, tiene que pasar por la oscuridad - como todos nosotros. Pero Ella, como dice el Evangelio: “Guardaba y meditaba estas cosas en su corazón”
Pone todo lo que le pasa en relación con Dios, con su palabra y su voluntad. Busca el sentido de las cosas, el deseo divino detrás de ello.

María ha mantenido la fe a través de muchas pruebas y muchas oscuridades, hasta el pie de la cruz. Dice de Ella el Papa Juan Pablo II: “Conoció las mismas contradicciones de nuestra vida terrena.
Se le prometió que a su Hijo se le daría el trono de David, pero cuando nació no hubo lugar para Él ni en el mesón. Y María siguió creyendo.
El ángel le dijo que su Hijo sería llamado Hijo de Dios. Pero lo vio calumniado, traicionado y condenado, y abandonado a morir como un ladrón en la cruz. A pesar de ello, creyó María que se cumplirían las palabras da Dios.”

Es realmente admirable la fuerza y la fidelidad de su fe. Nunca hubo alguien que la igualara. Por eso, el Espíritu Santo la alaba en su prima Isabel, proclamándola feliz por la firmeza incomparable de su fe.
María, es feliz, bendita, llena de gracia, la más grande porque creyó en Dios y se entregó a Él sin condiciones.

La Sma. Virgen, esta mujer de una fe extraordinaria, se nos ha dado a nosotros por modelo en nuestra peregrinación de fe. De María aprendemos a confiar y entregarnos a un Dios personal. De María aprendemos a aceptar la voluntad de Dios con libertad y colaborar con Él con una fe activa. De María aprendemos también a creer cuando no entendemos el plan de Dios y permanecer fieles en las pruebas de la vida.
Pidámosle, por eso, a la Sma. Virgen, que nos forme y eduque en la fe, según su gran ejemplo. Entonces también a todos nosotros se nos dirá, un día: ¡Felices Uds. porque creyeron!

Preguntas para la reflexión

1. ¿Cómo definiría mi fe: tibia, profunda…?
2. ¿Soy un cristiano por tradición?
3. ¿Mantengo la fe en las pruebas difíciles?

Si desea suscribirse, comentar el texto o dar su testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com