Virgen de Schoenstatt MUSICAS PARA EL ALMA


Radio Tupâsy Rapére haciéndote compañía. Transmitiendo desde Ciudad del Este-Paraguay...

English seorimícuaro French cartas de amistad German documental Spain cartas de presentación Italian xo Dutch películas un link Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

Reflexiones
Padre Nicolás Schwizer N° 64 – 01 de agosto de 2009

Espíritu de la Sagrada Familia

El espíritu ejemplar que reinaba en Nazaret, la Iglesia quiere despertarlo hoy, para que reine en todas nuestras familias. Pienso que el espíritu de la Sagrada Familia era ante todo un espíritu de amor, un espíritu de fe y un espíritu de sacrificio.

a) Un espíritu de amor. Es un amor que mutuamente se acepta, se sostiene y se soporta a pesar de todos los defectos y limitaciones, porque Dios mismo ha elegido y unido a sus miembros.

1. Debemos revivir en nuestra familia, en primer lugar, el misterio de la Sagrada Familia: el amor redentor de Cristo.

En Cristo, el marido es responsable de la salvación de su esposa. Tiene que amarla hasta salvarla. La mujer es responsable de la salvación de su marido. Los padres son responsables de la salvación de sus hijos: es su principal misión, de la que algún día se les pedirá cuenta. Y los hijos, poco a poco, a medida que van creciendo, se van haciendo responsables de la salvación de sus padres, responsables de amarlos hasta salvarlos.

2. Según la imagen de María y José, el amor de los padres entre sí y a los hijos debe ser, en segundo lugar, un amor desinteresado y respetuoso.

Educar es servir desinteresada y respetuosamente a la originalidad y particularidad de los hijos. Significa despertar y hacer desarrollar los dones que Dios ha depositado en cada uno de ellos.

Sin duda, esto exige mucho tiempo, mucha energía, mucha paciencia de los padres, porque es su tarea más creadora, más difícil, pero también la más fecunda y hermosa. Los padres deben ver y reconocer a Jesús en sus hijos, tal como en la Familia de Nazaret. Yo educo y amo en mi hijo a Jesucristo mismo: “El que recibe a un niño como éste, a mí recibe”.

3. Según el ejemplo de Jesús, el amor de los hijos a los padres debe ser obediente y respetuoso. Él mismo, hijo de Dios, quedó sumiso a sus padres hasta la edad de treinta años. Recordemos aquel texto del Evangelio, cuando tenía doce años: “Jesús bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad”

b) Un espíritu de fe. El espíritu de amor se basa en un profundo espíritu de fe y confianza.
En la Santa Familia de Nazaret, como en la nuestra, fue necesario tener confianza mutua, demostrar la fe todos los días. José tuvo que tener una fe ciega en María; tuvo que creer en Ella de una manera extraordinaria, tuvo que amarla mucho para llegar a creer tanto en Ella. Y María tuvo que creer en José; tuvo que confiar en su amor puro, en su respeto, en su estima.

José y María tuvieron que tener fe en su Hijo. Aunque no parecía más que un niño como todos, creyeron siempre en el misterio que vivía en Él. No siempre comprendieron todo lo que Él hacía, todo lo que les decía, pero ellos confiaban en Él, recogían sus palabras y las meditaban.
Y Jesús demostraba la confianza que tenía en sus padres: estuvo con ellos durante largos treinta años.

c) Un espíritu de sacrificio. Espíritu de amor auténtico y de fe profunda llevan consigo el espíritu de sacrificio. Y para la S. Familia los sacrificios y sufrimientos comenzaron pronto:

• El nacimiento en la soledad y miseria. Nunca se encontraron más pobres, más fatigados ni más solos que cuando nació el Señor.
• Después, la matanza de los Inocentes: como primer resultado del nacimiento del Salvador, las familias del país en duelo, los niños menores de dos años asesinados.
• Y la huida de la Familia, en plena noche, a Egipto; la estadía allá como fugitivos.
• Y así ocurrió durante toda su vida, hasta el día oscuro del Calvario.

Los sacrificios son propios de la vida familiar. Todos lo sabemos y lo experimentamos siempre de nuevo. Por eso es necesario un espíritu profundo de sacrificio para cada familia que está en camino hacia el ideal de la Santa Familia de Nazaret.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Respeto las decisiones de mis hijos?
2. ¿Cómo educo en el respeto a mis hijos?
3. ¿Cómo sobrellevo los sacrificios de la vida familiar?

Si desea suscribirse, comentar el texto o dar su testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com