Virgen de Schoenstatt MUSICAS PARA EL ALMA


Radio Tupâsy Rapére haciéndote compañía. Transmitiendo desde Ciudad del Este-Paraguay...

English seorimícuaro French cartas de amistad German documental Spain cartas de presentación Italian xo Dutch películas un link Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

Reflexiones
Padre Nicolás Schwizer N° 54 – 01 de marzo de 2009

Saber que Dios nos ama

Empezamos el tiempo de Cuaresma. Según la intención de la Iglesia, es un tiempo de renovación, de penitencia y de conversión.
Para los primeros cristianos, la proclamación de la penitencia era una “Buena Nueva”. Dios iba a perdonarles sus faltas, Dios iba a revelarles su cariño y su compasión.
Pero para nosotros, los modernos, se trata de una mala noticia. Si en una asamblea cristiana se habla de Cuaresma, de penitencia, de sacrificio, muchos rostros se ensombrecen. Se ponen a temer por lo que les resulta más querido: su cartera, sus cigarrillos, su televisión, su buena comida…
¿Cuál puede ser la razón de este cambio entre los antiguos y los modernos cristianos?

En la Iglesia antigua sólo hacían penitencia los que habían cometido grandes crímenes: los penitentes públicos. Pero el Jueves Santo, en la misa de su reconciliación, estos pecadores parecían tan felices, tan renovados, tan inocentes que los demás fieles sentían envidia de ellos.
Se lamentaban de no haber experimentado una penitencia tan bienhechora. Y al año siguiente pedían, también ellos, que se les admitiera a la penitencia cuaresmal.

¿Y nosotros, los cristianos de hoy? Nosotros pensamos demasiado en nosotros mismos, pensamos en esas renuncias, en esa cruz, en esos sacrificios, en esa confesión cuaresmal como cosas que nos van a costar y que nos dan miedo.

Pero no pensamos en Dios, que nos llama, que nos está esperando y que hará que todo se nos convierta en gozo, si volvemos hacia Él nuestro corazón.

Muchos cristianos tenemos una idea imperfecta y hasta falsa de nuestra religión. Creemos que la religión consiste en lo que nosotros hacemos por Dios, en esas cosas desagradables que nos imponemos por Dios.

¡Cuántas cosas he hecho yo por Dios! ¡Cuántas cosas le he sacrificado! ¡A cuántas he renunciado por amor a Él!

El auténtico cristiano es el que mira, ante todo, las cosas que Dios ha hecho por nosotros, las cosas grandes y maravillosas que Él ha hecho en la pobreza y pequeñez de sus servidores. Con esta actitud uno nunca se siente saciado, siempre está deseando crecer y profundizar más todavía.
Es la religión del Credo, que no dice ni una sola palabra de nosotros, pero que canta todas las iniciativas de Dios para manifestarnos su amor.

Nosotros somos cristianos, si creemos y si, después de tantos años, sabemos que Dios nos ama gratuitamente. Dios es Padre y ser padre es amar primero, es tener la iniciativa en el amor. Dios nos ama antes que nosotros lo amemos, sin que nosotros lo amemos. Dios no tiene necesidad de nuestros sacrificios para amarnos.

Dios como todos aquellos que en verdad nos aman, como nuestros padres por ejemplo no nos ama porque nosotros seamos dignos de su amor, sino nos ama por su bondad, por la generosidad y fidelidad de su propio corazón.

Dios nos ama con tanto cariño que seguramente conseguirá despertar en nosotros, algún día, una respuesta de amor semejante al suyo. Tal respuesta de amor sería, sin duda, el fruto más hermoso y precioso de este tiempo de Cuaresma.

¿No cambiaría este amor el triste asunto de nuestros sacrificios y renuncias cuaresmales en un alegre testimonio de nuestra gratitud y de nuestra generosidad hacia Dios?

Y aplicado para nosotros: ¿No sería esta Cuaresma el tiempo propicio para crecer en santidad y convertirnos más y más en hombres nuevos?
A mí me parece que ésta es la gran oportunidad para manifestarle a Dios nuestro amor fiel y generoso de hijos.

Preguntas para la reflexión
1. ¿Cómo respondemos al amor de Dios?
2. ¿Nos cuestan las renuncias, los sacrificios por amor a nuestro Padre Dios?
3. ¿Nos sentimos amados por Dios?

Si desea suscribirse, comentar el texto o dar su testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com