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Reflexiones
Padre Nicolás Schwizer Nº 37 - 15 de junio de 2008

Los caminos hacia el corazón del Padre

El P. Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt, nos señala los 4 caminos que usa Dios para ayudarnos a caminar hacia su corazón.

1. El camino normal. Consiste en que el hombre aprenda a abrirse al Padre Dios a través de la experiencia gozosa de su padre natural. Fue el camino de Santa Teresita. Ella aprendió a conocer a Dios mirando a su papá. Cuando iba a misa, de niña, no miraba el altar porque no entendía nada, pero miraba la cara de su papá. Y por lo que iba pasando en la cara de su papá, iba captando la importancia de lo que pasaba en el altar. Y después de la muerte de él, cada vez que rezaba el “Padre nuestro”, se dirigía al mismo tiempo a sus dos papás en el cielo, cuyos rostros nunca había visto separados. Este es el camino normal o ideal, el que todos habríamos seguido si no hubiera habido pecado original. Sin embargo, son pocos los que hoy en día pueden seguirlo.

¿Pero qué pasa si este camino normal ha fallado? El Padre Todopoderoso que es capaz de sacar bien del mal, puede enderezar los caminos torcidos. Y según el Padre Kentenich, Dios recurre principalmente a otros tres caminos, para compensar las deficiencias del propio hogar y facilitarnos el acceso a Él.

2. El camino del padre sustituto. Un camino compensatorio es la experiencia de alguien que llega a convertirse, en el plano humano, en un verdadero padre. Puede ser el abuelo, un tío, un profesor, un sacerdote, alguien que hace las veces de padre para mí. Y esta experiencia se va convirtiendo en el camino de acceso hacia la paternidad de Dios.
Logran descubrir en otra persona, el tipo de autoridad que buscan: un hombre cercano, que sirve, que da confianza, que estimula; un verdadero padre que conduce hacia Dios.

3. El camino de contraste. Este camino compensatorio lo recorren aquellas personas que no se bloquean con la ausencia de un padre humano. Sino que Dios se las arregla para que ese vacío genere un hambre inmensa de ese padre que no han tenido.

Y cuando este tipo de personas descubre que Dios es ese papá que tanto andaban buscando, se aferran a Él con una fuerza extraordinaria.

4. El camino de la propia paternidad. Un tercer camino es la experiencia de la propia paternidad, sea carnal o espiritual. Muchos hombres, a pesar de vivir una triste infancia, han llegado a ser excelentes padres. Han sido los propios hijos, con su entrega sencilla y filial, los que despertaron y plasmaron en ellos un corazón de padre. Recién allí descubrieron el maravilloso misterio de la relación hijo padre. Y como fruto de esa experiencia gozosa de su propia paternidad, empezaron a comprender que Dios también era así.

Revisemos cada uno cuál ha sido su propia historia, su experiencia personal de paternidad. Recorramos nuestro propio camino hacia un descubrimiento vital del amor del Padre Dios.
Un gran desafío
Creo que todos nos damos cuenta de la importancia única del ser padre de familia. La felicidad de nuestros hijos y nuestra propia felicidad dependen de ello. Y si pensamos en el camino ideal de Santa Teresita, el desafío es inmensamente grande. No sólo debemos ser padres amorosos de nuestros hijos, sino debemos hacer presente al Padre Dios y a la Santísima Virgen ante ellos. Nuestros hijos deben reconocerlos en nosotros, amarlos en nosotros y, a través de nosotros, llegar a ellos de un modo espontáneo. Debemos poder decir como Cristo: Quien me ve a mí, ve al Padre Dios. Quien me ve a mí, ve a la Madre de Dios.

Es un desafío a aspirar a la santidad más alta. “Sed perfectos como vuestro Padre del cielo es perfecto”. Sed perfectos como vuestra Madre del cielo es perfecta.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Cuál fue mi experiencia con mi padre?
2. ¿Qué imagen ven mis hijos en mí?
3. ¿Cómo podría mejorar mi imagen paterna?

Textos del Padre Nicolás en Catholic.net

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