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Reflexiones
Padre Nicolás Schwizer Nº 27 - 15 de enero de 2008

La comunidad familiar

¿Qué podemos hacer, en concreto, para que nuestra familia natural sea una verdadera comunidad de amor?

1. Comunidad de amor esponsal
Para serlo, hemos de educarnos para ir conquistando, por todos los medios posibles, un encuentro mutuo más profundo: de mayor confianza, interioridad, comunicación entre marido y mujer. Es importante que podamos entretenernos juntos, que no necesitemos de otros para estar a gusto. Debemos tener la alegría de ser esposos, la alegría de vivir juntos y compartirlo todo. No debería pasar que en nuestros matrimonios haya hombres o mujeres que se sienten solos, incomunicados, que les falta compañía de parte del cónyuge.

Los peligros: Para que se dé ese encuentro profundo, debemos cuidarnos de los peligros:

El peligro del trabajo (equilibrio entre trabajo y vida familiar), el peligro de los amigos (que pueden influir negativamente en el matrimonio), el peligro de los parientes (que desgraciadamente a veces son enemigos)...
Y de los peligros internos, como por ejemplo: la rutina, el egoísmo, la incomprensión, el desengaño...

Frente a estos peligros concretos hemos de buscar los seguros para nuestra comunidad de amor esponsal.

a) La conversación o el diálogo regular. Puede ser semanal, quincenal o mensual. Es un momento en el cual el matrimonio como tal se reúne expresamente y revisan la situación en que se encuentran, los problemas que surgen y las posibles soluciones, intercambian también sobre sus ideales, propósitos, etc.

b) Otro seguro puede ser: Pedirse perdón cada vez que ocurre una dificultad y, sobre todo, no dormir sin haberse pedido perdón.

c) Otra posibilidad es pasar cada cierto tiempo algunos días fuera de la casa, los dos solos, o por lo menos, hacer juntos algo que les guste, p. ej, comer afuera. Con esto se trata de descubrir las cosas que nos acercan mutuamente. Porque la rutina constante hace que los ánimos se alteren, que las pilas se vayan descargando, y al final se producen cortocircuitos y hasta incendios serios.

Ayuda de Dios. Mediante el sacramento, Dios no sólo es el tercero, sino que es también el Dios presente en el cónyuge. Entonces, al mirarnos hemos de ver a Dios en el otro. Y al amarnos hemos de amar a Dios en el cónyuge. De ahí el significado de las palabras de Saint Exupéry: “Amar no es mirarse mutuamente, sino mirar juntos en la misma dirección”. Traducido para nosotros: amar es mirar juntos al mismo Dios transparente en el otro.

2. Comunidad de amor paternal-maternal
Como padres y madres nuestra tarea más importante es la de ser educadores. Nosotros somos los que, en definitiva, educamos a nuestros hijos. Todos los demás organismos si bien son importantes, son complementarios: el colegio, la Iglesia, los parientes.
Y si queremos ser buenos educadores, tenemos que empezar con nosotros mismos. Dice el Padre Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt: "No hay nada que intervenga tan profundamente en la educación como el educador educado. En la medida en que nos esforcemos vigorosamente por realizar en nosotros mismos las exigencias que ponemos, partirá de nosotros una influencia misteriosa, una fuerza misteriosa."
Esto nos ayudará a asegurar la vida interior de nuestros hijos, de orientarla y servirla. Nos ayudará a preocuparnos permanentemente por ellos y prepararlos para su tarea de vida.

Preguntas para la reflexión
1. ¿Hacemos alguna actividad juntos, como matrimonio?
2. ¿Me es fácil pedir perdón cuando he fallado?
3. ¿Nuestros diálogos suelen terminar en peleas?

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